Antes de las apariciones de la Virgen, un ángel apareció a los tres pastorcitos como preparación a estos encuentros con la Virgen María.
Es algo que no se sabía hasta que la mayor de las videntes que se hizo religiosa lo escribió todo en un libro a pedido del obispo “Memorias de la hermana Lúcia”, así se conoció el mensaje del Ángel en Fátima y las siguientes apariciones de la Virgen María, no solo en Cova de Iría sino también las apariciones posteriores a la Hermana Lúcia entre 1925 y 1928.
El Acontecimiento de Fátima tiene tres ciclos:
Ciclo Angélico: Apariciones del Ángel en el año 1916
Ciclo Mariano: Apariciones de la Virgen María en el año 1917
Ciclo Cordimariano, de 1925 a 1929
Manifestaciones en 1915
Estas apariciones, poco claras del Ángel, tenían, tal vez, como fin preparar a Lucía para el futuro. No fue junto a sus primos Jacinta y Francisco.
«Al llegar el mediodía, comimos nuestra merienda, y después invité a mis compañeras (Teresa Matias, su hermana María Rosa y María Justino) a que rezasen conmigo el Rosario, a lo que ellas se unieron con gusto. Apenas habíamos comenzado, cuando, delante de nuestros ojos, vimos, como suspendida en el aire, sobre el arbolado, una figura como si fuera una estatua de nieve que los rayos del sol volvían como transparente.
– ¿Qué es aquello? – preguntaron mis compañeras, medio asustadas.
– No lo sé.
Continuamos nuestro rezo, siempre con los ojos fijos en dicha figura que, en cuanto terminamos, desapareció.
(…) Pasado algún tiempo, volvimos con nuestros rebaños a aquel mismo sitio, y se repitió lo mismo y de igual manera (…) Y lo mismo sucedió, pasado otro espacio de tiempo»
Apariciones del Ángel en el año 1916
PRIMERA APARICIÓN DEL ÁNGEL
Primavera 1916, Loca do Cabeço.
«Hacía poco tiempo que jugábamos, cuando un viento fuerte sacudió los árboles y nos hizo levantar la vista para ver lo que pasaba, pues el día estaba sereno. Vemos, entonces, que, desde el olivar se dirige hacia nosotros la figura de la que ya hablé (Aparición del ángel en 1915 a Lúcia y dos compañeras pastoras).
Jacinta y Francisco aún no la habían visto, ni yo les había hablado de ella. A medida que se aproximaba, íbamos divisando sus facciones: un joven de unos 14 ó 15 años, más blanco que la nieve, el sol lo hacía transparente, como si fuera de cristal, y de una gran belleza.
Al llegar junto a nosotros, dijo:
– ¡No teman! Soy el Ángel de la Paz. Oren conmigo.
Y arrodillándose en la tierra, dobló la frente hasta el suelo. Llevados por un movimiento sobrenatural, lo imitamos y repetimos las palabras que le oíamos pronunciar:
– Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Después de repetir esto tres veces, se levanta y dice:
– Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas»
SEGUNDA APARICIÓN DEL ÁNGEL
Verano 1916, Patio de la casa de Lúcia – Pozo del Arneiro
«Jugábamos al lado de un pozo que tenía mi padre en la huerta, a la que llamábamos “Arneiro’, de repente vimos junto a nosotros la misma figura o Ángel, como me parece que era, y dijo:
– ¿Qué hacen? Recen, recen mucho. Los Santísimos Corazones de Jesús y de María tienen sobre ustedes designios de misericordia. Ofrezcan constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios.
– ¿Cómo nos hemos de sacrificar? – le pregunté.
– En todo lo que puedan, ofrezcan a Dios un sacrificio como acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y como súplica por la conversión de los pecadores. Atraigan así sobre su Patria la paz. Yo soy el Ángel de su guarda, el Ángel de Portugal.
Sobre todo, acepten y soporten, con sumisión, el sufrimiento que el Señor les envíe»
TERCERA APARICIÓN DEL ÁNGEL
Otoño de 1916, Loca do Cabeço.
«[…] cuando vimos que sobre nosotros brillaba una luz desconocida. Nos levantamos para ver lo que pasaba y vimos al Ángel que tenía en la mano izquierda un Cáliz y sobre él una Hostia, de la cual cayeron, dentro del cáliz, algunas gotas de sangre. Dejando el cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, se postró por tierra y repitió tres veces la oración:
– Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
Después se levanta, toma en sus manos el Cáliz y la Hostia. Me da la Sagrada Hostia a mí y la Sangre del Cáliz la divide entre Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo:
– Tomen y beban el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparen sus crímenes y consuelen a su Dios.
De nuevo se postró por tierra y repitió con nosotros tres veces más la misma oración:
– Santísima Trinidad… etc. y desapareció.
Nosotros permanecimos en la misma actitud, repitiendo siempre las mismas palabras; y cuando nos levantamos, vimos que era de noche y, por tanto, hora de irnos a casa»
Fuente: MEMORIAS DE LA HERMANA LUCÍA, Volumen I
Compilación del P. Luis Kondor, SVD